lunes, diciembre 19, 2005

De regreso....

Hola a todos.......bueno si ya volví de mis vacaciones!!!! UFA!!!
Hoy es el primer día que me conecto desde mi llegada, creo que ya me había olvidado de la pc!!. Lo primero que hice fue entrar al blog. Sinceramente se extrañaba a horrores.
Tengo varias cosas que contar de mi semana en el país de Carlitos Tevez (si, Brasil ya dejó de ser el país del carnaval y Pelé, para convertirese en el país del jugador del Fuerte Apache).
Paso a detallar algunas anécdotas.
Para aquellos que no saben, estuve una semana en Brasil, pero ojo no en la típica ciudad que esta llena de turistas argentinos, sino que optamos (mi amiga Corina y yo) por un lugar donde podamos estar mas en contacto con la cultura del país vecino.
La ciudad balnearia se llama Caraguatatuba, es una localidad que se encuentra a 200km de San Pablo, en el litoral brasileño. Es un lugar bellísimo, pero nos sorpendió demasiado.
El primer problema que tuvimos fue el idioma, jajaja si eso que decimos llamar "portuñol" no existe!!!. Pero a medida que pasaban los días ya íbamos acostumbrando el oído y por supuesto nuestras manos y el cuerpo entero para hablar al mejor estilo Araceli Gonzalez en Nano.
Una noche estábamos tomando algo en un lugar que laman "Quiosque", que no es un Kiosco, sino una especia de barcito que están en las playas donde hay músicos en vivo y se baila, un lugar maravilloso, ya que la música no te aturde y podes dialogar. Esa noche mientras tomabámos una cervecita y charlabámos sobre las experiencias del día se acerca un paulista a invitarnos a bailar, a lo que repondimos que no por nuestro mal desempeño con la música carioca (no estabamos en condiciones de hacer papelones). El muchacho se llamaba André, quien ante nuestra negativa se sentó muy amablemente y charlamos por largo rato (bueno, por lo menos "tratábamos" de hacerlo).
Nos preguntó de donde éramos, que hacíamos allí, nos comentó que estaba con algunos amigos y que solo habían llegado a Caragua por el fin de semana. Nosotras le dijimos que éramos argentinas y que estabamos de vacaciones.
Luego de un rato largo de charla, se acercó uno de los amigos de André, cuando nos escucho hablar y se dió cuenta que éramos argentinas, empezó a gritar: AYYYYYY ARSHENTINAS OU MAI DEUS CARLITOS TEVEZ!!!!!!!!!!! EU AMO A CARLITOS TEVEZ......Y A LA CUMBIA...EU SOY CUMBIERO!!!!!!!!
Ante tanto frenesí nuestras carcajadas invadieron el lugar. Fue increíble durante una hora estuvo repitiendo lo mismo y pidiéndonos por favor que le enviemos cumbia por mail.
Nos soprendimos bastante por tal actitud, sabíamos que los brasileros son fanáticos del fútbol, pero si alguna vez imaginábamos algún comentario futbolístico era del estilo "Pelé o Maradona".
Lo más soprendente fue cuando al insistir con su fanatismo por Tevez, dijo: EU QUIERO CONOCER EL FUERTE APACHE!!!!!
Yo tengo ciertas reflexiones antes esas palabras.....pero ya que el blog parece estar "raro", pido las suyas!!!!
Con el correr delos días voy a contarles mas, aún sigo de vacaciones laborales, pero estos 15 días que me quedan las pasaré en B.A. y creo que frente a la compu...

Abrazo...

Juli

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Vamos a suponer que yo soy el experto en deportes. Voy a arrogarme ese papel. Digamos que me confiere autoridad haberme recibido de periodista deportivo o escribir periódicamente de rugby, tenis y golf. Poco, poquito. Pero suficiente para un arrogante.

Ahora que soy experto, aclaremos. La película a la que se refiere Flor es, básicamente, un remake de Romeo y Julieta (sí, la de Shakespeare), en la que una mujer hincha del Corinthians se enamora de un torcedor de Sao Paulo (o Palmeiras, realmente no lo recuerdo). El tema está más o menos constante: familias enemigas, una rivalidad irreconciliable. Probablemente se cambie el final, por una cuestión de violencia.

Dicho esto, pasemos a Tevez.

Hace menos de un año me vi obligado por razones laborales a seguir su discurrir brasileño. Bueno, la cuestión es que era un personaje odiado. Se agarró a trompadas con varios compañeros, acusó a los árbitros de discriminatorios ante su argentinidad y recibió una denostación explícita de Lula Da Silva.

Con el tiempo fueron creciendo su comodidad, su fútbol y su lazo con el pueblo. Tevez tiene ese aura imposible de los ídolos: una identificación profunda con raíces marginales. Su nacimiento, su crecimiento y su explosión como futbolista famoso y carismático, su fealdad y su paternidad precoz lo ubicaron bien arriba en el imaginario brasileño.

Tevez habla de Fuerte Apache en cada una de sus conferencias de prensa. Y se refiere a sus amigos de infancia como sus compañeros de "favela". Los diarios locales se encargaron de realzar su amor por la cumbia y de aclarar que es un tipo de música amada por las clases bajas argentinas, de las que proviene el ídolo. También se habló con ganas de su incursión en la música (canta en un grupo de sus amigos que se llama Piolavago) y se lo vinculó románticamente con as mujeres más extraordinarias.

Tevez se convirtió en un símbolo, en un mito de posibilidad y de superación a partir de su ser feo, de su pobreza inicial, de sus cicatrices, de su rebeldía. Ha dejado todo atrás, ha unificado sueños. Es el Dios argentino de Corinthians. Es el Dios argentino en un mundo paulista. También es cierto que tiene algunos visos de brasileño: su ritmo en la cancha y en las pistas de baile, el color de su piel.

Pero también se admira la extraña relación de un extranjero que se hace carne a paso de ídolo.

Yo vivo en Buenos Aires y admiro a Maradona, a Tevez y a Riquelme. Pero nunca tuve ganas de conocer Villa Fiorito, Fuerte Apache o algún sitio algo inmisericorde cercano a Don Torcuato. Y nunca quise escuchar cumbia porque ellos prefieran esa música.

Sí me dieron ganas, en cambio, de visitar Nueva York y ponerme a escuchar jazz después de mirar una película de Woody Allen. O de leer a Paul Auster.

Esos gustos lejanos, exóticos, que despiertan el amor de quienes son amados, a veces despiertan también nuestro propio amor (disculpen la frase, pero la idea es básicamente esa).

En Brasil, Tevez se convirtió en un ídolo posible por cercanía. En Argentina, lejanos, miramos con extrañeza un fenómeno que se dio vuelta con el tiempo. Y con una única explicación inexplicable: la pasión que sabe despertar el fútbol.

Abrazo

Anónimo dijo...

Trato siempre de conservar la curiosidad hacia aquello que nunca pude terminar de comprender. Ojo, no me malinterpreten. No es la curiosidad paternalista de la superioridad. Es la curiosidad de antaño, la curiosidad de la pena. La marca escarlata que estigmatiza cuando reconozco que hay algo que se me escapa como savia por la corteza herida.

"El fútbol es pasión (de multitudes)". La pucha, cómo se me escapó esa. Me la perdí, me ausenté en ese sorteo.
Y como me quedé fuera, me pongo alerta ante el lugar común.

Lo sé, lo sé. Tampoco el ascetismo. Recuerden que soy aquel que frunce cada vez que escucha el nombre "Jean Valjean". Por eso no soy absolutista. Sólo me observo a mí mismo y soy cruel. Pocas cosas me despiertan pasión en estas épocas (y de eso estoy -creo- orgulloso... si fueran tantas, serían pasiones de pacotilla). El fútbol no es una de ellas.

Viví la historia anhelada. Mi viejo llevándome a la cancha. Él de S. Lorenzo, igual que mi abuelo. Yo, de Boca. Creo que fue por una remera que me regaló un tío. Herejía. Que la cancha vibraba, que los papelitos, que el rugido del gol, que mirá cómo cantan. Fenómeno. Pero hubo algo que me perdí. Y me duele, che, me duele. Y muchos de los tipos que admiro (y no por hacer gambetas) aman o amaron el fútbol (Borges queda fuera de ésta, claro). Me duele, che, me duele. Me duele esto, pero también me duele el lugar común.

NS

Anónimo dijo...

Recuerdo ese 2002. Creo que fuimos dos de las cuatro o cinco personas que ese día fuimos a la facu.

Anónimo dijo...

Tengo que intervenir antes de que este blog tome un sesgo descontrolado. Los últimos comentarios me dejan la garganta reseca y me obligan a entrecerrar los ojos para dejar un mundo bien finito mientras pego un alarido: "¡Irreverentes!¡Están invirtiendo el mito!".

Hablen con Savater, con Eco, con Borges. Hablen con los intelectuales que durante décadas aplazaron la ideología futbolera, la pasión de cancha, por considerarla meramente popular y poco inteligente. Hablen con los amantes del fútbol de antaño y de cómo se marcaba una dicotomía -aún vigente- entre deportes e inteligencia. No quiero acusarlos de cocoritos, Flor, Natalio, ni quiero sospechar que se quedan batiendo una máxima de soledad mientras se deleitan con su propia presencia en un campo abandonado por tantos otros.

La abstención de fútbol -o la aversión- es, según su mirada, lo que los hace únicos. Pero ahí se apoyaron miles, antes y después y siempre. La gesta culturosa de las décadas pasadas invadía el espíritu lúdico con su rigurosa sentencia racionalista. Los discriminados eran los futboleros y, aunque hoy hablar de fútbol parezca haberse legitimado bajo un halo de cultura "cool" (palabra horrenda, pero precisa).

Hoy existe un micromundo complejísimo lleno de nombres e historias que se comparte en una porción inabarcable del mundo. Hay que reconocer un movimiento social detrás del fútbol, porque sino se vuelve inútil: en una época, en una era, en la que el hombre tiene como actividad principal contemplarse a sí mismo, el deporte se ha convertido en el medio esencial para esa contemplación. Los deportes -el fútbol rey-, son las batallas del siglo nuevo. Argentina le gana a Inglaterra. Suecia le gana a Argentina. Senegal le gana a Francia. Hundido. Todo comienza a tomar un pútrido sentido de falso nacionalismo que los gobiernos buscan aprovechar para quedarse con los laureles de los reverenciados Aquiles modernos. Y así surge un David Beckham que nos llena los ojos de mercado. Y así surgen críticos que desaprueban la narcotización idiota ante una pelota y veintidós pelotudos.

Pero el reguero de búsqueda pasional no cesa. Los eventos deportivos ocupan más espacio en la televisión del mundo que cualquier otro espectáculo. Existen diarios deportivos, canales televisivos especializados, radios partidarias de un sólo equipo (desde Boca hasta Yupanqui) que arrastran un público más numeroso que el previsible. Y ellos gritan y escuchan, mientras los escritores más inteligentes se dan la cabeza contra la pared e ignoran un fenómeno de la Opinión Pública. Piensen en los estadios repletos en Italia, España, Inglaterra, Francia, Bulgaria, Turquía, Grecia, El Salvador, Nicaragua, Brasil, Zaire, Camerún, China, Arabia Saudita y Surinam. Piensen en la Argentina y las posibilidades de comer. Piensen cuánto cuesta una entrada para ver fútbol, cuánto una camiseta del equipo querido. Ahora sumen y multipliquen: pesos por cantidad de camisetas. Ahora piensen en los que no tienen para comer pero sí para una popular.

El fútbol es un tributo permanente a las decisiones. También un eficaz catalizador de discusiones y un indicador cultural tan fuerte como cualquier otro. Ha sido denigrado por bestial o violento. También descalficados sus fanáticos por impensantes.

Pero el fútbol es pueblo y no es opio.

En una página de internet centroamericana (anecdotario.net), un hincha escribió el siguiente texto:

"Hice una cola de dos horas y media para obtener el boleto al partido Guatemala vrs. Costa Rica. Llegué al estadio tres horas y media antes del comienzo del encuentro. Estuve bajo la lluvia y el sol. Estoy afónico, tengo quemaduras de sol en la cara y los brazos, dolor en las piernas por la saltadera y un morete por un golpe fortuito con otro aficionado. Pero estoy feliz porque ganamos.

Me alegra saber que soy pueblo".

Queda mucho por decir.
Pero primero quiero respuesta.
Abrazo.

Anónimo dijo...

Dije que no comparto esa pasión y que me duele que no me halla alcanzado. Y que descreo de los lugares comunes. En este y en cualquier otro ámbito. Sólo dije eso.

Sólo dije eso. Con simpleza, sin pasión que nuble los ojos, la taquigrafía, los argumentos ni el debate. Lo dije sin insulto, sin menosprecio, demagogia o elitismo.

No descalifiqué ni insulté a nadie (VER PRIMER PÁRRAFO DE MI COMENTARIO). Exijo que no se me descalifique ni insulte a mí. Y mucho menos que se me atribuyan dichos que ni la peor de las inferencias en medio de una decodificación aberrante dejaría traslucir.

Tampoco que gusta el boxeo ni las empanadas de tomate, y hasta hoy nadie me trató de imbécil, de intelectualoide o de elitista por eso.

Ni único, ni culturoso, ni cocorito. Esta clase de insultos gratuitos y argumentalmente remanidos son los que hacen que "este blog tome un sesgo descontrolado".

No tengo ni abstención ni aversión hacia el fútbol. En absoluto. No sé si ahí se apoyaron miles, antes y después y siempre. Tampoco me importa demasiado, pues trato de no tomar posición a partir del reconocimiento de ese tipo de tendencias maniqueas que favorecen el elitismo o el populismo.

Lo que sí me importa y me invita al pensamiento es que en la frase "Me alegra saber que soy pueblo" sí que se apoyaron miles, antes y después y siempre. Y, demás está decir, es flor de lugar común.

NS

Anónimo dijo...

Estoy herido.

Por la lectura, sobre todo.

No fue mi intención discriminar, al contrario. Todo mi post está cargado de una inmensa ironía. Creo que no puede sonar bien del otro lado.

Pido disculpas sinceramente. No quise insultar.

Lo que intenté decir -y me llamó la atención- es que resultaba extrañísimo que en un ámbito único dos personas coincidieran en sentirse "diferentes" o "limitadas en su posibilidad de placer" (eso me pareció cuando dijiste, Natalio, "no comparto esa pasión y me duele que no me haya alcanzado") por no gozar del fútbol. Es decir: no futboleros que se sienten limitados por no futboleros. Y me sorprendió porque, en general (y eso quise mostrar en mi comentario) es al revés: los futboleros nos sentimos limitados (he hablado con muchos colegas sobre esto) por futboleros. Traté de graficar esto con algunos comentarios de filósofos o escritores reconocidos. Algunos, incluso, admirados.

¿Cómo creen que me sentí cuando leí en un libro de Eco unas instrucciones simples llamadas: "Cómo hablar de fútbol" que dibujaban la obstinación idiota de los fanáticos?

Era eso. Quise demostrar que el fútbol no es sólo fútbol y que detrás hay un movimiento social de países enteros. Apenas graficarlo. Uno de los comentarios que me resultó gráfico -por lo extremo- fue el que posteé del guatemalteco. No comparto su postura. No entiendo sus razones. Pero él las tiene. Creí que sería divertido compartir esa locura.

Veo que no fue así. Y pido, realmente, que me disculpen si fui soberbio o autoritario o cerrado o imbécil.

No quiero combatir en la dialéctica, Natalio. No sólo porque sos mucho mejor en eso que yo. Sino también porque nunca busqué denigrar, herir , ni soltar sentencias. Lamento lo que ocurrió con mi post anterior. Si supiera como hacerlo, lo borraría.

Pero te pido que no te dejes llevar por tu primera lectura. Dame otra chance. Y pensá en lo que te digo ahora para ver si realmente es posible que lo haya escrito sin un sesgo desequilibrado a pesar de mi pasión. Si no es posible que su motivo fuera despertar alguna sonrisa cómplice y el interés de los desinteresados desde otro lugar -más social- del fútbol, desde el discurso propio del fútbol.

Lamento. En serio. Lamento.

El perdón sí juega hoy. Al menos como regalo de cumpleaños.

Disculpas.
P.

Anónimo dijo...

No hay nada que disculpar, pues comprendo ahora que la intención no fue la de mi primera lectura.

Justamente estaba escribiendo esto otro que sigue abajo... lamentablemente me encontré con vuestro comentario antes (pero créame que lo que sigue era previo, eh?):

---
Omití lo trascendente en medio de tanto palabrerío:

Feliz cumpleaños, estimado L>S>D>A.
Hoy es un buen día para cumplir años.

Afecto,
NS

Anónimo dijo...

Una cosa más:

Nunca pensé que Natalio haya descalificado o insultado a nadie. Nunca. No lo pensé ni lo dije. Ni hablé de él como intelectualoide o culturoso (además, este último adjetivo se ha convertido para mí en un afectuoso mote para la sabiduría cotidiana ligada a lo académico).

Todo lo contrario: su visión es, para mí, opuesta a la que tienen aquellos que descalifican e insultan. Por eso despertó mi interés.

No suelen decirme "Pucha, como me pierdo del fútbol, no sé disfrutarlo".

Sí suelen decirme: "No me interesa semejante idiotez cuadrada".

La posición de Natalio y Flor me llevó a escribir pensando en lo distintas que pueden ser las sensaciones hacia algo que no se logra abarcar con el corazón. Por eso hablé de tantos países,de tantos movimientos, de la televisión y de un fenómeno de la Opinión Pública.

Ellos dijeron: nos perdemos esto. Y yo los contrapuse con otros (muchos, antes) que además de asegurar que no se perdán nada, despreciaban a los otros por perder algo: su tiempo con un juego tan insulso.



Vuelvo a pedir disculpas.
Se ve que no soy muy bueno haciéndome entender.

Abrazo.

Anónimo dijo...

Voy a decir algo que va contra mis creencias.
GRACIAS.


Creo que todos los días son buenos días para cumplir. Pero como hoy puedo disfrutarlo como propio, voy a hacer uso de este pequeño espacio para describir mi día con la pluma de otro. Saludos, y ahí les va.
......................
Hoy tengo casi todas las palabras.
Pero me faltan casi todas.
Cada vez me faltan más.

Apenas si puedo unir éstas que escribo
para decir el resto de la ternura
y el hueco de temor
que se esconden en la ausencia de todo
en la creciente ausencia que no pide palabras.

O tal vez pide una:
la única palabra que no tengo
y sin embargo no me falta.

R. Juárroz,
Poesía Vertical XIII

Anónimo dijo...

Este párrafo me pareció muy interesante: "Lo que intenté decir -y me llamó la atención- es que resultaba extrañísimo que en un ámbito único dos personas coincidieran en sentirse "diferentes" o "limitadas en su posibilidad de placer" (eso me pareció cuando dijiste, Natalio, "no comparto esa pasión y me duele que no me haya alcanzado") por no gozar del fútbol. Es decir: no futboleros que se sienten limitados por no futboleros."

Nunca lo había pensado de esa manera. Por lo tanto, intentaré pensarlo. Es muy interesante esa idea del pesar por el placer o la pasión inalcanzable. Quiero decir, que no provoca la indiferencia del distanciamiento, sino la pena de lo inhallable cuando se es conciente de que existe algo venturoso por hallar. Ahora que lo veo, es probable que tenga relación con lo que me sucede en otros ámbitos (ahora se me viene lo religioso a la mente, cuestión que también me provoca esa clase de "dolor"). Pero esto último es otro tema.

De chico jugaba mucho al fútbol (al básquet, al voley, al tenis, etc.). En el fútbol mi juego era, por lo general, lamentable. En episodios breves, salía alguna habilidad. La cancha estaba enfrente de mi casa. Ya no existe (la cancha). Debe hacer 10 años que no juego. Pero aún recuerdo ese placer.

De chico tocaba la guitarra en la iglesia. Ya no existe (el chico que tocaba la guitarra en la iglesia). Pero aún recuerdo ese placer.

Anónimo dijo...

Qué buen poema.

Anónimo dijo...

Y pido perdón. Soy de los que cuando se enojan (apasionadamente) convierten las palabras en dagas. Tener la vida en la punta de la lengua (o de los dedos) está teñido de un vértido peligroso.

Por suerte para mí mi enojo suele ser efímero en las situaciones que lo merecen. Por mala suerte para el Otro (y para la Historia del Hombre), las palabras no son efímeras en algunas ocasiones.

Soy pasteurizable: hiervo y me enfrío en segundos. (Se me acaba de ocurrir ahora esta metáfora... me estoy riendo como un sotreta).

Alguien dijo que la ironía es una figura retórica complicada, pues no es para cualquiera. La ironía implica un arduo aprendizaje de que en sendas ocasiones el sentido literal es opuesto al sentido real -tal la definición de "ironía"-. Es verdad, esta vez se me escapó la perdiz. El narrador de "Bailando a través de las colinas" se bajó del colectivo y supo que el dolor volvió a doler otra vez.

La lengua, los dedos, las palabras como dagas. Y las dagas, aunque relucientes como piezas de colección, fueron hechas para hacer doler. Antes y después y siempre.

NS

Anónimo dijo...

Y con esto me retiro:

Cuando Julieta vea lo que su post provocó en poco más de un par de días (con una concentración última en pocos minutos), de desmaya.

Maravilloso.

Qué buen lugar es este.

Anónimo dijo...

Quiero ser delicado pero preguntar para empujar la llaga con el dedo:

¿Nos toca religión?

Anónimo dijo...

Bienvenida Julieta

Anónimo dijo...

Hace poco, en una de esas revistas que se regalan dentro de la editorial Perfil, encontré una columna de Jorge Rial (filósofo argentino contemporáneo) titulada "Maradona volvió a la droga". Recuerdo haber chocado contra esas letras unos días después de haber presenciado una conversación entre periodistas deportivos que aseguraban que Diego estaba de vuelta en la noche, en la joda y en la cocaína. El título era sólo un golpe de efecto: Rial manejaba la metáfora de la tele, de la necesidad de cámara y de exposición, como un gráfico referido a su adicción anterior. Volvió a esa droga, a la de la tele. Volvió a ser adicto a algo: a la tele. Y no como consumidor sino como protagonista.

Algunos amigos me contaron que Maradona estuvo dando vueltas por los boliches porteños con algunas modelitos. Y que la droga corrió como en los tiempos de antes. Otros descreen.

Maradona sí es como Snoopy. Sobre todo porque su omnipresencia es televisada.

Diego hasta en la sopa. Diego como religión. O igual.
Y la dinámica de blog, intacta.

Salud.

Anónimo dijo...

Momento. ¿Droopy o Snoopy?

Anónimo dijo...

Buenísimo.






Droopy. Sin duda Droopy.