domingo, abril 25, 2010

A los jóvenes de ayer...

“Tipo, todo bien no, pero…me sacás una foto, tipo nada?” Nos miramos y tras mis risas, él, no yo, sacó la foto. Cerró con un “gracias…señor”

“Tipo nada que, tipo, viste plis, porfa, naa, tipo nada”.

“por qué bajas el volumen!! Tipo plis?”, “por que son las 5 de la mañana y mi vieja está durmiendo”. “ah…tipo, sory”.

“¿tío del yanke, me das una lapicera?” “¿para qué la querés?” “¿para encajarmela en el orto, para qué va a ser?!” Nos miramos todos, no pudimos ni reirnos. “vos escuchaste lo que dijo?” “…” A los 5 minutos, estaba vendiendo su mail por $5…


Y si tuve 16 no me acuerdo, o tuve la suerte de no ser así.

eugeh

3 comentarios:

L>S>D>A dijo...

Yo era (soy) exactamente así.

Con excepción, quizá, de la cuestión de la lapicera.

Creo que deberíamos desarrollar constructivamente a la generación que ejercerá su docencia sobre la juventud que viene.

El subdesarrollo coginitivo y lingüístico de un porcentaje alto de la población -incluyo aquí a una clase socioeconómica media y alta- muchas veces es buscado de forma intencional. Mantener una inocencia en este sentido es tan obtuso como inculpar del engaño a los engañados.

No subestimemos la construcción de mensajes, ni mucho menos nuestra parte de culpa en la falta de formación y comprensión del adolescente. Por más que nos lacere su elección de palabras, nunca es único responsable de sus maneras, de sus elecciones y de sus formas de hablar. Ni mucho menos de aquello que ignora.

En mi reciente rol como profesor, parado al borde de un aula de colegio terciario, entiendo que cada mala nota que pongo es una doble calificación: a ellos, que aprenden, a mí, que enseño. Si no logro que incorporen un concepto, debo revisar mi metodología, y no tildar a mi audiencia de obtusa.

Yo sí tuve 16. Era un imbécil.

Si no lo era, al menos era un imbécil en potencia: el universo estaba lleno de cosas que podría no haber aprendido. Alguien miró más allá de la forma y me señaló el contenido. Algunos docentes, algunos amigos, algunos modelos externos entendieron su rol de formadores.

Nunca fueron indulgentes con mi juventud. Ni despreciativos con mi desconocimiento. Mi formación comenzó (y continúa) como una experiencia conjunta, en la que la única palabra mal seleccionada era (fue, es) aquella con destino punitorio. Siempre estuvo prohibido juzgar.

Sólo así supe crecer.

Tipo, nada.

Anónimo dijo...

Yo no voy a renegar del "tipo" que me lo están extirpando mis amigos poco a poco, y sí tuve 16, y sí, me acuerdo y sí era una boluda, creo que hasta no hace mucho.

Sí, escribí con un poco de bronca y desentendimiento, y creo que para ser docente me faltan años luz.

Igual, hay cosas que no entiendo ni voy a entender nunca y cuando pueda y sea capaz trataré de hacer algo al respecto, como hicieron conmigo.

A veces agarro ese tipo de distancias que rozan lo snob, eso también lo tengo que cambiar.

Gracias por la cachetada Pablo. Sirve, enseña.

eh

flor dijo...

A los 16 me sentaba sola y prácticamente no hablaba con nadie. De los 12 a los 17 me dediqué a escuchar. (Obvio**, no estuvo bueno)

Igual, el que dijo lo del orto me cayó un poco bien.



**tenía que meter alguna expresión de mi época