martes, febrero 09, 2010

El tiempo es veloz, tu vida esencial

Hola. Me pasaron por mail unas reflexiones atribuidas a Alejandro Dolina. Intenté corroborar la veracidad de esa atribución, pero cada vez que aparece este texto en la web se anuncia que pertenece a aquél sin brindar mejores detalles. El famosísimo tema de las fuentes y del copy-paste en internet. Cuando me ocurre esto suelo utilizar la técnica de la negación; es decir, intento encontrar algún dato que sospeche o niege la veracidad de la atribución. Tampoco encontré nada al respecto. (Se me dirá "pero quizá esa sospecha o negación, de existir, también debería ser chequeada en su veracidad..."). Aguante la mampostería borgeana, pero no es el punto.
Démosle algún crédito de confianza a este escrito que copio abajo y que me llamó la atención. Es probable que sea de Dolina. Y si no, es de un muy buen imitador.
Ustedes saben que todo lo relacionado con la educación me apasiona, tanto desde lo pedagógico y lo didáctico como desde lo filosófico y lo social. El texto trata sobre un tema inquietante y muy actual, y que suelo tratar en mis clases cuando se da la oportunidad, o cuando el grupo lo permite, o cuando noto que los pibes quieren "recibirse de" antes de haber aprendido a cambiarse los pañales.
Lamentablemente para mí, el discurso predominante va en contra. Vivimos en la época del "llame ya y obtenga su 'ab-shaper', no pierda tiempo en gimnasios ni sufra con dietas".

En fin. Perdón por el exordio bobalicón.
Va el texto.
Abrazos,
NS

-------------------------

La aventura del conocimiento y el aprendizaje
Por Alejandro Dolina
La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.
En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: “…haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos...”
Quizá se supriman algunos… detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas.
Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las “señoritas livianas”, los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros. Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.
Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando “Desde el Alma” sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro. Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
Gane mucho “vento” sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!
El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. “Nunca termina uno de aprender” reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.
Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. “Olvide hoy, pague mañana”. Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los “sistemas para enseñar lo que es bueno”, “a respetar, quién es uno”, etc. Todos estos cursos comienzan con la frase “Yo te voy a enseñar” y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.
Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba. Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.
Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.
“Aprenda a tocar la flauta en 100 años”.
“Aprenda a vivir durante toda la vida”.
“Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje”.

12 comentarios:

Eugenia Hermida dijo...

uyyy, que lindo que es ese tema de Lebon. Y la versión que empieza con el bajo de Pedro ni hablar.

Me gusta que queden personas que piensen así. O sea, de la gente de mi edad para abajo, encuentro poca gente así.

Sí, sí, ya sé, tuve la suerte de cruzarme con gente demasiado copada, más chica que yo.
Pero noto que son pocos, y lo noto cada vez más seguido.

Yo sé, de verdad, que no sé un carajo de nada, por eso los silencios, y el ser más "observadora".

Es también por que a veces siento verguenza ajena, de personas que me han dicho "esto es un bajón", mientras escuchabamos "the rain song"... Yo entiendo que no te guste, pero no podés decir que es una mierda, no muestres tanto tus cartas, te van a voltear así.

Será que cuando yo no sé de algo, lo pregunto, y así, después de ponerme colorada por que no lo sabía, lo aprendo. Lo mastico, le siento el gusto, lo trago y ahí veo si me gustó o no. O me gusta, que me recomienden un libro, o me pasen música. Me encanta cada vez más.

Gracias Nacho, por Zeppelin, te debo la vida.

Y es que a veces trato yo, de mostrar cosas, y vengo de fiasco en fiasco. Hoy me reí para adentro.

No estoy pensando mucho lo que escribo, estoy vomitando pensamientos, que me despertó este texto, de dolina o su buen imitador.

Mierda, como odio que gente tan boluda tenga el mismo título que yo, que le trato de poner onda. Sí, soy de esas enfermitas que les gusta estudiar, estudié 4 idiomas, para qué, por que me gustaba hacerlo. Y me gusta leer, para qué?, qué se yo, el placer del momento. Y me gusta ver buenas obras de arte, no sé, por que estoy al pedo. Lo mismo que sacar fotos, para qué me sirve?.

Y miro mi CV, y tengo un montón, pero un montón de cursos y boludeces que juntos no hacen nada en concreto, o sí, me hicieron a mi.

No sé que tan bueno es eso, pero es.

Y no es la intolerancia del Snob (estoy evitando retos). Es eso de todavía estar muy metida en mi, y no entender el pensamiento ageno.

Y de no querer terminar la facu, o de ya estar pensando dónde me voy a meter después. Y eso de "tengo 25, estoy vieja, tengo que hacer todo ya, el tiempo es veloz". Y saber que estoy equivocada.



"no ves que todo va, siempre creciendo hacia arriba, y el sol, siempre saldrá, mientras que a alguien le queden ganas de..."



Pd. No escribo bien, bajo ideas, en caliente, casi siempre. Me atajo. Mostré todas mis cartas. Ahora me van a voltear. Seba, con amor porfa.

Pd2: Nat, me gustó el post, me hizo escribir.

Anónimo dijo...

Cuando la ansiedad por cumplir los objetivos se comen a los procesos la cosa se pone tediosa. Lo reconozco, me está pasando seguido últimamente, y angustia.

Hoy me pasó. Me reconforté escuchando “tiempo al tiempo” de Fito. Muy naif lo mío. Las letras hacen algo por mí, Flor.

Sin dudas que el aprendizaje es glorioso e inagotable. El problema surge cuando la vida en sociedad te va imponiendo metas por cumplir.

Creo que esa preocupación por alcanzarlas, en vez de un incentivo, termina siendo un aguijón pernicioso. Nos impide disfrutar del camino y a veces nos incita a acortarlo. Muy new age, pero creo que los garúes acertaron en ese pegadizo lema de hacer reposar el péndulo de nuestra existencia en las vivencias del presente.

Varias veces me descubrí recriminándome por no aprovechar a grandes profesores que pasaron ante mí en la secundaria y en la facultad. Además de estar distraído por los manjares de la primera juventud, estaba demasiado ocupado de mi futuro.

Ahora, en lo personal, tengo una hermosa ancla a éste presente, pero en lo profesional y académico soy un reincidente en los males denunciados por Nat y Dolina.

fv

flor dijo...

Pues bien, véanme (imagínenme). Escribo esto mientras espero que alguien suba el capítulo de Lost que terminó hace media hora en Estados Unidos. Tuve mi cuota de paciencia. Podría haberlo visto en vivo, pero no, preferí esperar media hora, cuarenta minutos, conseguirlo en mejor calidad. ¡Media hora, cuarenta minutos! Lo sé, es un poco enfermito.

No voy a echar en ellos toda la responsabilidad, pero creo que los nuevos medios tienen algo que ver en toda esta cuestión. Hace 10, 15 años uno no tenía posibilidad de ver una serie extranjera en vivo y en directo.

Suena un poco caprichoso esto de la velocidad. No sé lo que quiero, pero lo quiero ya. O sé lo que quiero y lo quiero ya.

También suena un poco punk.

El otro día me fui del consultorio del ginecólogo sin que me atendiera. Llevaba una hora en la sala de espera y faltaba por lo menos, media más. Yo tenía una cita en otro lado. Me tuve que ir corriendo no sin una cuota de culpa.

Hoy recaí a las 9 y media de la noche en la guardia de traumatología de medicus (nada grave, pero duele bastante). No estuve más de 20 minutos. Me sorprendí. La última vez que estuve en una guardia, esperé dos horas.

Imaginen (la velocidad acorta el tiempo de imaginación) mientras escribo esto tengo abierta la página de la facultad de psicología de la uba.
El otro día alguien me dijo: si no querés hacer una carrera podés hacer un posgrado. Y otra persona me dijo: ¿un posgrado de una carrera que no hiciste? Se te complica más, tenés que leer más.

Yo, por lo pronto, decidí estudiar qué se puede hacer.

A mi alrededor está repleto de cadáveres de insectos que caen en picada vaya a saber por qué.

Nosotros, todavía tenemos tiempo y podemos disfrutarlo.

Anónimo dijo...

gaures lease gurús.
fv

MeGalómano! dijo...

En algún momento me vi inmerso de apuros innecesarios. A los 17 cuando me decidí por Publicidad y sus 4 años de carrera dije "excelente, a los 22 estoy recibido". Por suerte y por desgracia, el camino se encargo de frenar mi recepción y ahora tengo 23 y todo parece indicar que voy a cumplir 24 y 25 sin mi título. No puedo mentir, nunca me divirtió mucho "perder años" (ahora veo la frase de otra forma) Pero hace un tiempo vi conocidos que terminaron prematuramente sus carreras y se volvieron a sus casa a trabajar a los estudios de abogados y contadores de sus padres. Teniendo 22 años se hicieron grandes repentinamente. Verlos es como ver a mi tío de 58 años.
Hoy me arrepiento de no haber hecho en tiempo mi carrera corta (aceptémoslo, nuestra facultad vende un poco de eso que dice el texto del Dolina a confirmar), pero no me arrepiento de lo que mi atraso generó. Cuando termine de cursar en la Usal voy a buscar otra cosa mas para estudiar, carrera o curso, pero no voy a parar acá, no solo para atrasar el hecho de “ponerme serio” como mis conocidos, sino además, porque no tengo intenciones de ser nada mas que un licenciado en economía, o en publicidad y por suerte mis viejos no tienen una agencia que yo les pueda atender.
En fin, no aporto al post sino que me abro y los invito a saber más de mí.
Euge, te podría haber dicho algunas cosas, pero me agarras de buen humor, esta vez te la dejo pasar y te muestro mis cartas yo también.
Saludos a todos

Anónimo dijo...

Yo he visto también a gente amiga, terminar muy rápidamente sus carreras a los 22 o 23 y querer matarse, por que no les gusta.

Yo soy de la banda de Seba, yo empecé una carrera, no me gustó pero aprendí un montón, viajé, me fui a otro país, trabajé, en 3 lugares, me quedé sola un tiempo, volví, me anoté en la Usal, amé estudiar ahí, conocí a quienes ahora creo que van a ser mis amigos siempre, por suerte me atrasé y me crucé con ellos. Ahora terminé de cursar, y el título lo voy a tener andá a saber cuándo. Y ya estoy planeando otro viaje y otro estudio y otra carrera.

Está bueno eso Seba. No sos mejor si te recibiste a los 22 y peor si terminaste una carrera a los 25, la cosa es lo que hagas antes, mientras y después.

Es lo que le digo a Manu, mi hermano de 17 que mufa cuando ve lo que estudiamos mi hermano más grande y yo, y no puede creer todo lo que le falta para ser "profesional". Y yo le digo que a mi también me falta y que por suerte él es más "vivo" de más chiquito.

Y ya lo hablamos Seba, las charlas a últimasa horas de la tarde en la plaza con bizcochitos light y quatro en la plaza, no son perder tiempo de estudio, son ganarlo en salud mental.

EH

L>S>D>A dijo...

Qué tema duro. Podría aportar mucho, diría que muchísimo. En mí es un dilema actual. La búsqueda de la excelencia. El tiempo. El título. La exigencia y los años.

Yo tengo 27 y parezco de mil.

Pero mejor me voy a Londres.

Una recomendación, de paso, ya que le gustan tanto a Euge que y ya que esta vez tiene pertinencia semántica: "An Education", pelicula traducida como "Enseñanza de vida". Final cobarde para el mismo conflicto.

Desde el pensamiento,
Langosta.

PD: Qué hincha pelotas que es este Dolina, eh (o su imitador).

flor dijo...

Eh. escribís lindo.

natalio stecconi dijo...

La pucha. Están todos locos.


Yo también quiero ir a Londres.

Anónimo dijo...

Cómo puede haber ya 9 comentarios? Y todos largos. Bajen un cambio jajajaja.

Que loco que hayan posteado esto porque estoy a pleno con Carlos Castaneda. Ya me devore 3 libros en lo que va del verano. Y no se si alguien lo leyó pero esto que dice el post es medio central de toda la obra del tipo.

Me gustó mucho lo que dice el texto. Igual tengo una visión un poco más subversiva si se quiere del conocimiento y el aprendizaje. Podes pasarte 7 años en una carrera y no haber aprendido nada. Mucha gente que le va muy bien en la facultad no aplica absolutamente nada a su vida.
Me gusta pensar que el conocimiento está en todos lados y depende de cada uno saber aprovecharlo o no. Está en la facultad, está en la calle (si si, re rockero jajaj), en las relaciones personales, en un capítulo de Bob Esponja.

Tengo un amigo (Santi, que alguna vez firmo acá) que se la pasa leyendo. El tipo no está estudiando ninguna carrera todavía pero les aseguro que te ponés a hablar de historia y se le planta a Felix Luna. Ya no se como hacer para que se ponga a estudiar historia pero no quiere. Simplemente la flashea con Carlomagno y Napoleón.

Y todo muy lindo pero cuando el aprendizaje te sale 740 mangos mensuales. Mejor que dure lo menos posible. Jajajaja

PD: Que raro que no saltó nadie diciendo que la carrera antes duraba 5 años y que con Menem se compro una licuadora y todavía le anda y cosas así.

Nacho.

Anónimo dijo...

Nota relacionada: No estudian ni trabajan 900.000 jovenes.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1231940&pid=8295740&toi=6277

EH

natalio stecconi dijo...

La info más mencionada y levantada de la jornada.

En el 2003 pasaban el millón. Tal vez los más jovatos (evito nombres) se acuerden. Aquella estadística también circuló por varios medios y foros de discusión.

En aquel entonces escribí una columna en Infobae (¡era un niño!) en la que mencionaba ese tema para luego llevarlo hacia el puerto de mi interés.

Ya no existe la columna original en la página web de Infobae, pero encontré un refrito en una antigua sección de la página de noticias de la USAL. Si alguien tiene alguna duda estoy dispuesto a mostrarles el diario (papel) que tengo en mi archivo analógico lleno de polvo y pelusa. Incluye fotito 4x4 con cara de atorrante.
Me la editaron feo, me pusieron o me sacaron signos de puntuación donde no se debía, me acortaron o me alargaron las ideas, me sintetizaron, me sacaron nexos, adverbios y adjetivos. Los gajes del oficio que todos conocemos y vivimos.

Era 2003 y todavía estábamos aprendiendo a escribir y pronunciar el vocablo "Kirchner" (Néstor). Ahí está la gracia contextual de un momento que fue y ya no es.

Un tiempito antes Flor estaba sudando su arqueológico "Hasta el desgarro". Y Flor, seguro lo imaginás y no necesito aclararlo, todavía tengo ese primer VHS. Después me diste el DVD, sí, pero acá tengo el VHS sumando mística y mítica.

El tiempo es veloz.

http://servicios.salvador.edu.ar/noticias/uds-pren/03_33_medios_stecconi.htm


NS