Desde el punto de vista del búho, del murciélago, del bohemio y del ladrón, el crepúsculo es la hora del desayuno.
La lluvia es una maldición para el turista y una buena noticia para el campesino.
Desde el punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista.
Desde el punto de vista de los indios de las islas del mar Caribe, Cristóbal Colón, con su sombrero de plumas y su capa de terciopelo rojo, era un papagayo de dimensiones jamás vistas.
Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa.
Desde el punto de vista de Hipócrates, Galeno, Maimónides y Paracelso, existía una enfermedad llamada indigestión, pero no había una enfermedad llamada hambre.
Desde el punto de vista de los vecinos de Cardona, el Toto Zaugg, que andaba con la misma ropa en verano y en invierno, era un hombre admirable:
–El Toto nunca tiene frío –decían.
Él no decía nada. Frío tenía; lo que no tenía era un abrigo.
Desde el punto de vista de las estadísticas, si una persona recibe mil dólares y otra persona no recibe nada, cada una de esas dos personas aparece recibiendo quinientos dólares en el cómputo del ingreso per cápita.
Desde el punto de vista de la lucha contra la inflación, las medidas de ajuste son un buen remedio. Desde el punto de vista de quienes las padecen, las medidas de ajuste multiplican el cólera, el tifus, la tuberculosis y otras maldiciones.
Eduardo Galeano
Patas arriba (1998)
La lluvia es una maldición para el turista y una buena noticia para el campesino.
Desde el punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista.
Desde el punto de vista de los indios de las islas del mar Caribe, Cristóbal Colón, con su sombrero de plumas y su capa de terciopelo rojo, era un papagayo de dimensiones jamás vistas.
Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.
Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.
Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa.
Desde el punto de vista de Hipócrates, Galeno, Maimónides y Paracelso, existía una enfermedad llamada indigestión, pero no había una enfermedad llamada hambre.
Desde el punto de vista de los vecinos de Cardona, el Toto Zaugg, que andaba con la misma ropa en verano y en invierno, era un hombre admirable:
–El Toto nunca tiene frío –decían.
Él no decía nada. Frío tenía; lo que no tenía era un abrigo.
Desde el punto de vista de las estadísticas, si una persona recibe mil dólares y otra persona no recibe nada, cada una de esas dos personas aparece recibiendo quinientos dólares en el cómputo del ingreso per cápita.
Desde el punto de vista de la lucha contra la inflación, las medidas de ajuste son un buen remedio. Desde el punto de vista de quienes las padecen, las medidas de ajuste multiplican el cólera, el tifus, la tuberculosis y otras maldiciones.
Eduardo Galeano
Patas arriba (1998)
5 comentarios:
Con lo rápido que vamos, me parece que será difícil que termine de leer lo que dice Verón (gran futbolista, no va al Mundial) de Borges.
En cuanto a Galeano... Qué decir. Está lejos de mis favoritos. No sé bien por qué. En algunos diálogos con amigos arribamos a conclusiones disímiles. Unos dicen que no me gusta porque dice lo que ya sé, lo que ya pienso, e intenta convencerme de ello, lo que lo hace un pesado.
Otros aseguran de que la verdadera causa de esa no-química es el disenso. Y que no puedo tolerar que no esté de acuerdo con lo que ya pensé.
En mi prejuicio, vaya uno a saber por qué, está un paso por encima de Bucai y del que se llevó mi queso. No sé por qué. Quizá porque siéndolo todo, no termina de ser -para mí, y espero que no se enoje nadie con esto tan personal- ni un escritor, ni un filósofo, ni un analista político, ni un sociólogo, ni un poeta, ni un historiador que me llene del todo.
Aunque hay que admitir que algunas cosas...
uf. (diría mi ex amiga Ulrica)
Al final no dije nada.
La referencia más clara y concisa que puedo hacer:
¿Es tan complicado entender la diversidad y pararse en ella con humildad?
Quizá sí. Y por eso nos impacta cuando el discurso o la imagen marcan las distancias.
Quizá no. Y Galeano solamente distinga obviedades.
Esa es la dicotomía de mi disgusto.
Los dejo para que me liquiden por soberbio.
Abrazo.
P.
Hace un par de comentarios escribí: "aseguran de que".
Pido disculpas.
P.
Soy de los que pertenecen a la Orden que entiende que las palabras propias pueden estar mejor presentadas en voces ajenas. En esta coyuntura, en las de Pablo y Florencia.
Aun a pesar de la evidente descontextualización (pues esos fragmentos corresponden a una estructura original que los contienen y que no ha sido señalada por mí, salvo por la cita de su obra), se me aparece el sentir de un tipo discursivo que no es el que más me agrada hoy. Del mismo modo que en el texto de Verón (gran futbolista, no va al Mundial), es probable que la "cultura del mail" haya contaminado hacia atrás esta especie de señalamientos dicotómicos o, como bien quedó dicho, de lo relativo como objeto de la creatividad. (Me refiero a la cantidad de correos electrónicos que hemos recibido desde siempre y que contienen este tipo de pensamientos breves, "humanísticos" y "transgresores").
"Nuestra Sra. de los Váteres Podridos" extendió la referencia autoral (digresión: qué pseudónimo impresionante) y me hizo volver de nuevo sobre un libro que, lamentablemente, se me ha desmembrado en tres partes irreconciliables (a pesar de la cinta Scotch y de la Vopolipigopomapa de rigor).
Yuxtapongo y veo en la tapa de Crónica que no fue una persona la que "habría causado" el incendio, sino un Taxi Boy. El título "Un suicida habría causado..." no es un título. El título "Un mecánico dental habría causado..." no es un título. El título "Un apologeta del conductismo pavlowatsoniano habría causado..." no es un título.
Título es "Un Taxi Boy habría causado...". Eso es un título.
Vuelvo atrás y el ladino de l>s>d>a vomita "...que me llene del todo".
Hombre, nada de liquidación por soberbia. El grito que demanda a un Señor de las Palabras es el clamor más arcaico que (me) desvela.
De tanto en tanto encuentro a ese Señor. De tanto en tanto me olvido de él para desvelarme otra vez.
Y Vopolipigopomapa.
Y me desvelo otra vez.
Es notable lo difícil que escriben estas personas.
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