Me levanto destrozado por un dolor terrible de espalda provocado por la tensión que ejerce mi barriga sobre la espina dorsal. Las sábanas me estrangulan, enroscadas como anguilas húmedas alrededor de mi cuerpo. No he pegado ojo por el increíble calor que hace, sudando como una perra en celo. La almohada parece un pastelito relleno de licor, ahogada por el peso de mi enorme cabeza. Creo que ha crecido durante la noche, alimentándose de algún problema que no he conseguido resolver. Tenía que hacer algo, algo importante. Y sin embargo, aquí estoy, tirado sobre la cama, como un buda que ha bebido demasiado, como un querubín de Rubens jubilado, como un elefante marino esperando que suba la marea. Miro a mi alrededor y no encuentro el periódico. Claro, estoy de vacaciones y no hay periódicos. Están todos amontonándose en mis aposentos de invierno, y nadie los recoge. ¿Cómo afrontar el día sin haber leído lo que pasa? Es absurdo, en verano nunca pasa nada. Los periódicos no saben qué inventarse. Meten cuentos para llenar las páginas (bueno, eso pasa siempre) y gente extraña sustituye a los habituales columnistas intentando rellenar los huecos que producen sus vacaciones. En verano el universo deja de expandirse, los efectos no siguen a las causas. Todo se detiene. Y yo permanezco en la cama, intentando recordar algo que tenía que hacer. Por otro lado, es ridículo que las noticias esperen al invierno para ocurrir. Las noticias son imprevisibles, si se pudiera prever, dejarían de ser noticias. Sin embargo, da la impresión de que lo importante se deja para septiembre y lo que sucede estos días es irrelevante. Programan un par de catástrofes, algún incendio para dar emoción, pero en general, nos reservamos lo bueno para el invierno. Qué triste ser noticia de verano. Las noticias de verano tienen algo de frívolo que les resta trascendencia. Son carne de chiringuito, chascarrillos que no pasarán de la paella. En el postre uno ya está pensando en la siesta y no recuerda nada. Ahora me da un patatús de esos que dan a los ancianos sin aire acondicionado -soy un perfecto ejemplo-, y a nadie le importa, porque me convertiría en una triste noticia de verano. Palman 100 abuelos en Francia y un gordo en España. No recuerdo qué tenía que hacer, pero mi destino está clarísimo. Mi cuerpo desaparecerá diluido entre sábanas correosas y nadie prestará atención a la noticia, camuflada entre incendios y fiestas de pueblo, accidentes de tráfico y avistamientos de ovnis. Me ahogaré en mis propios fluidos corporales, y el asunto no dará ni para 500 palabras. Dios, ahora caigo: tenía que escribir algo para el periódico.
miércoles, agosto 02, 2006
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9 comentarios:
Pongo el link aquí porque en el post rompía el diseño de la página (es muy largo):
http://www.elpais.es/articulo/revista/agosto/Muere/gordo/aplastado/propio/peso/elpporcul/20060802elpepirdv_10/Tes/
Sí, es el director de cine (El día de la bestia, Muertos de risa, El crimen perfecto, Perdita Durango, La comunidad, etcétera).
Cómo estamos con la gordura últimamente.
Perdón, pero no puedo evitar corregirlo: es "El crimen ferpecto". Digo: sin eso, se pierde el chiste. Lo mejor de esa película, el inicio.
Axel de la Cueva me parece tanto mejor que don Almodóvar (cuyo físico me recuerda indefectiblemente al de Juanchi Baleirón). No sé por qué, pero nunca me interesó mucho Almodóvar y Alex de la Iglesia, que hace algo bastante parecido, me parece extraordinario.
¿Me fui al carajo? Perdón.
A mí me gusta Amenabar. ¿Tiene algo que ver?
Este De la Cueva es muy raro. Un día vino a la argentina, habló en una sala, no sé si del malba o del paseo la plaza, y la rompió (y cuando digo que la rompió no me refiero a la sala), la entrada costó cincuenta pesos y el tipo se clavó unas doce horas iluminando iniciados y haciendo reir, unos días más tarde cayó Saramago, en la misma sala, y cobró el doble, cien pesos, el viejo estuvo una hora reflexionando y se fue, como siempre, entre el abatimiento de otros que se sacrificaron más para obtener un poquito menos.
Salú.
PD: Hablaron muy poco de la fabulita de Saramago. Eso me desmotiva, porque tenía dos fabulitas más para postear. De Brimajer.
Abrazo. P.
A mí también me gusta Cecilia Amenabar.
Amenábar es una bestia. Creo que he visto como 6 veces "Tesis" y me da escalofríos cada vez que la veo (es muy raro que una película me dé "miedo").
De La Iglesia es excelente, en otro tono. ¿De qué habló en esa charla tan cara?
Lo de Saramago no lo pude leer, fue parte de esos posts largos en días repletos de laburo.
Birmajer... Mmmh... No termino de entender, P, si lo decís en serio o en broma. ¿Vieron lo que salió el domingo en Clarín, la charla entre Juan Falú y Birmajer? Cosa rara, mi viejo.
Paso lo siguiente, del envase de talco Veritas (las comas, puntos, mayúsculas y tildes respetan el original):
«INGREDIENTES: Talco. Almidón de trigo. Oxido de zinc, Estearato de zinc, Fragancia, Benzoato de sodio, Cloruro de benzalconio, Undecilenato de zinc. PRECAUCIONES: No inhalar ni aspirar. No aplicar sobre piel lastimada, ni cerca de nariz y boca. No aplicar sobre la piel irritada. En caso de irritación discontinuar su uso. Mantener fuera del alcance de los niños».
Primer plano. 8 mm.
"Mi nombre es Ángela, y me van a matar".
Maravilloso.
Noriega, impresionante.
La que más me gustó de Amenábar fue Abre los ojos. Tesis está segunda, me sorprende siempre esa escena final: un locutor, anunciando lo fuerte que es un video que no vamos a ver. Y el fundido a negro.
El talco, ¿no sirve para la irritación? No entiendo.
Para mí es:
1) Tesis.
2) Los otros.
3) Abre los ojos.
4) Mar adentro.
Lo del talco lo puse porque me llamó la atención que pongan que:
a) uno de los ingredientes sea el talco (es como si uno de los ingredientes del dulce de leche fuera el dulce de leche);
b) haya muchos ingredientes inentendibles además del talco; y
c) aclaren que no hay que inhalar ni aspirar el talco.
Además, dice cosas geniales como "en caso de irritación, discontinuar su uso". Me llamó la atención todo eso y me pareció divertido ponerlo aquí. Lo que dice Pablo no lo había pensado, pero tiene razón: el talco se usa para la piel irritada (es una de las tantas cosas que le ponen a los atolondrados culos de los bebés, ¿o no?).
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